sábado, 24 de marzo de 2012

EL DINERO: Herramienta indispensable para manipular la ECONOMÍA GLOBAL

Es importante insistir en que el uso del dinero y su significado es necesario revisarlo, ya que es el verdadero instrumento para tener el control de la economía, dándose la paradoja de que los que deciden y establecen las reglas de juego sólo son administradores de unos fondos que las demás personas le han confiado.
No es aceptable que sean exclusivamente los “depositarios” los que decidan la política financiera, cuando según sea la misma ellos obtendrán más o menos beneficios. El dinero debe ser monopolio del estado, en cuanto éste sea la expresión democrática del conjunto de la sociedad. La internacionalización de las monedas puede ser beneficiosa si dispone de un control democráticamente ético sobre el sistema, pero puede ser sumamente perjudicial, si se da prioridad a unas monedas sobre otras, aplicando criterios basados en privilegios y estructuras coloniales, lo que fomenta la explotación del hombre por el sistema, el derroche de las materias primas y la alteración de los equilibrios ecológicos y ambientales.

Así lo primero es conseguir el control del uso del dinero por el conjunto de la sociedad, poniéndolo al servicio del bien común. Tiene que tenerse muy claro que el dinero solo es un método auxiliar a las actividades de intercambio de bienes y servicios y lo que realmente debe importar económicamente hablando son los bienes y servicios susceptibles de intercambio, y la forma en que los mismos estén al alcance de todas las personas.
El actual sistema financiero es la culminación de siglos de sojuzgamiento de las mayorías por parte de algunos privilegiados en base a diversas falacias. Desde aspectos mágicos o religiosos hasta los modernos conceptos “técnicos” que sustituyen dogmas de antaño, en un esfuerzo de presentarlos como “científicos” pero incomprensibles para la mayoría de las personas. La tecnología les permite una manipulación y control desmedidos, llegándose a la situación de que lo que realmente les da el poder es el CONTROL sobre la circulación destino y uso del dinero, independiente quien sea su PROPIETARIO.

El capitalismo tradicional ha perdido fuerza, surgiendo nuevas formulas de explotación a las que cada persona ha de someterse, ocurriendo que los métodos de persuasión son menos sanguinarios aunque mucho más eficaces, ya que adormecen cualquier intento de revelarse. El consumismo es la fórmula que permite acelerar la circulación financiera, lo que no solo mantiene a las poblaciones sumisas, sino que además es (la simple circulación del dinero) generador de los beneficios de los sostenedores del tinglado. Así se reforma la bolsa incorporando formulas y nuevas maneras de inversión y especulación, para facilitar se incremente el número de transacciones, ya que quien más gana en ese negocio son los bancos, que siempre cobran por cada operación realizada, aunque los otros participantes pierdan.

Las fluctuaciones en las cotizaciones de títulos varían cíclicamente y de forma sospechosa, claramente orientadas a provocar compras y ventas. Se dice: si la bolsa sube, vende y si baja compra… O al revés, es lo mismo: en ambos casos alguien compra y alguien vende, y en cada transacción el banco se lleva su comisión.
Es como un casino, en el que realmente no importa quién pierda o gane, pues el beneficio está en el número de “operaciones” que se realice, pues se trata de un porcentaje del monto total de las operaciones…

Realmente toda la fuerza del sistema está en que la inmensa mayoría de las personas aceptamos que el disponer de dinero es el mejor objetivo, no ya para conseguir nuestra felicidad personal, sino que es imprescindible para sobrevivir.
Sin embargo lo que parece lógico es que, en una sociedad bien organizada en cuanto a su respeto a los Derechos Humanos y el cumplimiento de unos principios democráticos, se planifique el bienestar para todas las personas que la integran, atendiendo a sus necesidades inmediatas y facilitando su desarrollo social, científico y cultural.

Y si alguien se decide a formular la demanda de disponer de aquello que considera necesita, la respuesta del sistema es: ¿Cuánto dinero tienes?... Así pues lo que se debe considerar un derecho se convierte un privilegio, solo alcanzable si dispones de dinero para “pagarlo”.
Históricamente, ese objetivo estaba condicionado por una organización de la sociedad injusta, en la que unas minorías decidían por las mayorías, desde una perspectiva de líderes por sangre y vasallos. El sistema era sostenible en base a la ignorancia del pueblo y a la fuerza de los poderosos, drásticos en sus medidas, pero eficazmente auxiliados por un entramado de dogmas y principios religiosos que consagraban la situación.

Pero la evolución tecnológica y científica llevó a la sociedad en su conjunto a cambios que supusieron un equilibrio distinto entre el poder y los vasallos, que empezaron a dudar de los principios en que tradicionalmente se sustentaba la sociedad.
Ello obligó a cambios para adaptarse a los nuevos tiempos que la revolución de turno iba imponiendo, y la clase dirigente no dudó en prescindir, cuando fuera necesario, de los tiranos que no aceptaran unos mínimos cambios, ni siquiera para que todo siguiera igual. Además esa exclusión le daba credibilidad a los que, en teoría, aceptaban los cambios democráticos impuestos, pero en realidad estaban dispuestos a aprovechar las oportunidades de manipulación que su participación activa habría de darles.

La habilidad para incorporarse a las nuevas corrientes sociopolíticas generó numerosos resortes con los que manipular la sociedad y conseguir el objetivo de seguir ostentando el poder absoluto por parte de un grupo social, emanado de una tradición piramidal, aunque sin perjuicio de la incorporación de individuos de origen de otras clases sociales que asumiesen los mismos principios económicos y sociales.